En penumbra apareciste atada a un halo de luz
etérea, vaporosa casi invisible a mis ojos,
remolcando mi pereza hasta límites irreales
tus palabras sonaron a invitación verdadera,
mas tarde, ausente aún, recordamos meses atrás,
la misma habitación, distinto tiempo, pero el mismo,
siempre el mismo mapa de nuestros cuerpos.